miércoles, 29 de mayo de 2013

Había una vez una ISOL que nos hacía llorar

 Isol recibió en Estocolmo el premio ALMA: Astrid Lindgren Memorial Award Este es el discurso de la ceremonia que amablemente subió en su blog. Sus palabras explican el viaje maravilloso de la lectura al país de los sueños; la invitación doméstica de la escritura a los banquetes del alma. Y al finalizar cantó unos versos conmovedores de Kurt Weill. Tantas veces que nos hace reir, hoy nos ha hecho llorar de emoción.

 Su Alteza Real, señoras y señores, queridos amigos (sé que no conozco a todos aquí, pero si aman los libros, los considero bastante amigos míos): Me siento tan honrada de estar aquí, recibiendo este inmenso regalo. En mi tosco inglés, quiero agradecer a todos los miembros del Jurado por darle tanto valor a mi trabajo, por prestarle atención aún siendo de un país tan lejano, por hacerlo conocer, ¡por disfrutarlo!. Estoy feliz porque este premio pone relieve a los que pensamos la ilustración como un lenguaje profundo y rico, con voz propia. En los libros ilustrados podemos contar muchísimas cosas a través de colores, líneas y formas, y eso, a su vez, deja al texto respirar con otra libertad. Lamentablemente, cuando crecemos, perdemos contacto con la expresión plástica, mientras que de niños todos somos expertos en la materia. No pienso que deba limitar mi imaginación porque es un libro para niños ¡al contrario! ¿qué lector es más exigente que un niño? Con todo lo que tienen para descubrir, más bien tengo que estar a la altura de esa increíble curiosidad. A mí me inspira lo salvaje, lo ridículo, lo contracultural que tienen los niños. Ellos están fuera de las convenciones, se la pasan preguntándose acerca de todo, es por eso que los elijo como mis personajes principales. Los puntos de vista del artista y el niño tienen muchos aspectos en común. Una vez oí que un artista es un niño que ha sobrevivido. No me gustan los libros que me dicen lo que tengo que pensar, y creo que no es respetuoso del otro cerrar la lectura en un solo significado. Lo que es realmente inspirador es sentir que uno descubre algo propio a través de una obra pensada por otra persona. Eso me pasa con los libros que más amo: aquellos que me compartieron su poder. Este momento es muy emocionante porque puedo sentir que mis libros llegaron hacia ustedes y fueron disfrutados de esta forma, fueron queridos. Siento que detrás de este premio hay mucho amor: por los libros, por los niños y adultos, por el arte y la vida. Ese mismo amor que Astrid Lindgren mostró, ese mismo coraje. Si somos sinceros, los autores exponemos la propia piel en cada libro, preparamos la casa para una fiesta. Y abrimos la puerta esperando que venga a visitarnos el lector y le guste lo que preparamos. Y si hay suerte, surge esa relación gozosa que no se puede predecir, que es tan real como intangible. Pero ustedes, con este fabuloso premio, la hacen visible. Ustedes promueven y valoran esta impredecible relación para que siga floreciendo. Ustedes sostienen que hacer libros para niños tiene mucho valor. ¡Tanto que incluso merecemos obtener dinero por nuestro trabajo! En un mundo tan dominado por otros valores de lo que es exitoso o competitivo en el mercado, el ALMA es una decisión fuerte y trascendente. No parece una mera coincidencia que ALMA (Astrid Lindgren Memorial Award) en español signifique ALMA (“soul”). Estar acá, viviendo este sueño que yo pensaba tan improbable, me hace pensar en una canción que a veces canto y se llama Youkali, es de Kurt Weill y habla de una isla al borde del mundo donde los deseos se hacen realidad, donde los amores se recuperan, donde vive la esperanza, el ansia de la humanidad. La canción al final dice que Youkali es una fantasía… pero los que amamos la literatura sabemos que a veces ciertas fantasías nos llevan a descubrir grandes realidades. Y los libros son muy buenos barcos para llegar a lugares como esa isla, que hoy pienso debe ser bastante parecida a Estocolmo en primavera. ¡Muchas gracias, desde mi alma! ISol

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