miércoles, 1 de diciembre de 2010

CUENTO CON LOBO

He enviado este cuento a una ilustradora por si quería utilizarlo en su taller. Pero creo que tomaré yo al lobo por las orejas...

CUENTO CON LOBO
Por María Cabanne

Convengamos que nadie va a llamarse “Caperucita” en nuestros días. A nuestra jovencita protagonista le habían puesto como sobrenombre, “Cornalito” porque salía con medio mundo. Estaba en esa edad en que se enamoraba perdidamente de cada chico con el que bailaba el viernes por la noche, para llorar desesperadamente cada noche que no la llamara y olvidarlo en brazos de un nuevo jovencito el viernes siguiente.
Esa mañana salió para ir a visitar a la abuela. En realidad, no quería visitarla. Se aburría y la abuela la importunaba con esas preguntas típicas de abuela: que si le iba bien en el colegio (¿a quién se le ocurre?); si ayudaba a la mamá con las tareas de la casa (¿está del tomate?); si había aprendido a cocinar y a limpiar la casa (¡Jamás! ¡Eso sí que no!).

Mientras atravesaba el bosque, pensaba en lo que le gustaría hacer: Irse con sus amigos a bailar a un boliche.
La idea le dio hambre, más que despertarle el apetito porque ya era como las 15 y no había probado bocado para hacer rabiar a la madre que había cocinado una tarta de acelga (¡¿quién come esa asquerosidad?!) Sacó un trozo de torta de chocolate rellena con crema y frutillas y la fue saboreando lentamente. Subió el volumen de los auriculares para no oír los espantosos chillidos de los benteveos y se tiró un poco en el pasto a descansar. Otra porción de torta no está mal; un poco de jugo, un bombón de chocolate, otro con almendra, uno con licor y es el último; uy debe haber alguno con coco… Cuando lo pensó, ya era demasiado tarde. Se sentía pesada. Se había comido prácticamente todo lo que la madre había preparado para la abuela y se sentía horrible. Estaba mareada. No podía dar un paso. Esa noche no iba a poder salir.¡Eso era lo peor! Sábado a la noche en casa. ¡Qué horror!
Tan terrible sería su cara, que cuando la cruzó el cazador de la historia original, se detuvo a preguntarle si necesitaba ayuda, qué le pasaba. Le dijo lo primero que se le ocurrió: que el lobo le había robado toda la comida que le llevaba a la abuela y no había podido hacer nada por impedirlo, aterrorizada como estaba. El cazador salió disparado, prometiéndole atrapar al sinvergüenza. Se preguntaba el cazador si no era insólito que el lobo merodeara el bosque para robarse una torta de chocolate, con tantas liebres patagónicas y comadrejas que andaban por ahí. Sin ir más lejos, apenas a unos 5 kms había unas chacras con suculentas gallinas. Pero, a decir verdad, no era lo único que le parecía insólito de la postmodernidad. No entendía mucho el mundo, ni a los jóvenes. Y este lobo debía serlo. Llegaba a esta conclusión, cuando se encontró precisamente con un joven ejemplar de lobo, tirado sobre el pasto, apoyada la cabeza contra un tronco y tan enfrascado en la lectura de un libro, que ni siquiera lo oyó acercarse. El cazador intrigado le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo?
- Leo El pastorcito mentiroso. Me apasionan las historias con lobos.
El cazador se sentó a su lado, y se dejó atrapar por la lectura del lobo.

Un narrador omnisciente que seguía este relato afirma que mientras la abuela agonizaba de hambre en su cabaña, Cornalito vomitaba en medio del bosque.
¡Nietas, eran las de antes!

2 comentarios:

estrella polar dijo...

¡ME HA ENCANTADO! ¡QUÉ DIVERTIDO!. ESA ADOLESCENTE TAN TÍPICA, ESE LOBO QUE LEE CUENTOS -YA ERA HORA DE QUE EL LOBO FUERA EL SENSATO- Y EL DESORIENTADO CAZADOR ME PARECEN TRES PERSONAJES PROPIOS DE ROAL DAHL DE "CUENTOS EN VERSO PARA NIÑOS PERVERSOS". DARLE LA VUELTA A LOS CLASICOS SIEMPRE ES UN FELIZ ATREVIMIENTO. ENHORABUEBA. BESOS ESTELARES.

maría dijo...

Roald Dahl es uno de los escritores preferidos de mi hija. Y justamente tenía que escribir para una clase de inglés una versión de Caperucita y así se me ocurrió ésta, participando del juego.
Un abrazo, estrella polar, y ¡gracias por tu visita!

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