lunes, 20 de julio de 2009

HACE MUCHO QUE TE QUIERO



¿Te preguntas porqué tantas personas necesitan ver una película o leer un libro? No aquellos que hemos elegido como profesión apartarnos de lo real, soñar, recluirnos en el sueño; sino todas esas personas "normales" que corren tras el éxito y no dejan el maletín ni la corbata ni siquiera en la hora y minutos que dura un film.
He visto "Hace mucho que te quiero". Eramos muchos espectadores y nadie se levantaba para irse cuando terminó la película.
La crítica elogia unánimamente esta primera obra cinematográfica del escritor Philippe Claudel. Me ha gustado mucho, quizás porque he compartido con los protagonistas escenarios y sentimientos. Los expertos resaltan el trabajo de las actrices y los actores, así como el desarrollo gradual de la narración que va agregando datos de la historia muy lentamente. Nos encontramos con gente como nosotros, que viven sus tranquilas vidas cotidianas: profesores que dan clase, investigan, corren para llevar sus chicos a la escuela, cocinan, limpian la casa, atienden a sus mayores, visitan un museo, se reúnen con los amigos, van a nadar, al mismo tiempo que cargan sus sufrimientos existenciales. No sé si el dolor de Fiona o el de Léa me ha sido más difícil de soportar. Yo estaba triste, es verdad, y no he podido parar de llorar desde el principio al fin. Es bueno; uno sale y nadie pregunta porqué has llorado. Y después están los libros que te esperan siempre: barcos de papel para navegar hacia donde uno quiera o hacia donde el mar te lleve.
En ese marco aparecen los libros, nuestros amigos, valorizados por la puesta del Director. El abuelo que no habla, pasa el día encerrado en la biblioteca, con una sonrisa siempre a flor de labios y con una silenciosa complicidad con las pequeñas. Fiona, la protagonista, le pide quedarse a su lado, y le confiesa que mientras ha estado en la cárcel, siempre tenía libros al lado de su almohada, ya que aquellos la hacían sentir segura, como si fueran una fortaleza que la protegían.
Los libros cubren las mesitas de luz, y las paredes de los pasillos por donde se desliza la dulce Léa; y su pequeña, que odia jugar a las muñecas, disfruta enormemente de la lectura, tanto cuando lee en voz alta como cuando los adultos le leen para que duerma. Algunos títulos se deslizan en los diálogos. El padre de Luc, lee con placer Sylvie de Nerval y Fiona le explica que lo ha releído varias veces durante su reclusión. Crimen y Castigo de Dostoievski provoca un quiebre de Léa cuando discuten el tema de la culpabilidad en una de sus clases. Philippe Claudel expresa en un reportaje, que su film es un homenaje a los libros, a lo que ellos aportan a nuestra vida. Ojalá este post también pueda serlo.

3 comentarios:

Paula dijo...

Señoras y señores...ha vuelto.

Admití que los días de abstinencia blogistica no te gustaron nada.

Todo "Barcos..." es un homenaje a los libros...no solo este post.

Juan Mata dijo...

No he visto la película, María, pero he escuchado muy elogiosos comentarios sobre ella. En mi ciudad no la han proyectado. Trataré de verla en algún otro sitio. Sí he leído, en cambio, a Philippe Claudel, cuyas novelas recomiendo. Sobre todo, 'Almas grises' y 'El informe de Brodeck'. Saludos desde España.

maría dijo...

Esta vez llegaré a los libros de Philippe Claudel, gracias a su película y tu recomendación. Además he leído un reportaje que no te deja dudas: ¡Vayamos a leerlo!
Gracias por tu visita,

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