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Van y vienen cargados de palabras
CARMINA BURANA NO TENIA PALABRAS
Carmina Burana no tenía palabras. Escuchaba las palabras de todos.
También las sentía:
Sentía palabras dulces. Y otras saladas como las olas.
Palabras blandas como almohadón. Y duras como hierro.
Cuando Carmina Burana abría la boca para decir “playa”, la arena la envolvía con un remolino. Si decía “pájaro”, los benteveos, calandrias y mirlos revoloteaban a su alrededor. Pero nadie oía sus palabras. Ellas volaban como mariposas en el silencio de la siesta. Era como si la bruma del mar absorbiera los sonidos de su garganta de oro y un velo de gasa rodeara la silueta de la niña.
Carmina Burana se internaba en el bosque y se callaba. Pisaba el colchón de hierba y pinocha. Se sentía transparente y liviana. Escuchaba las ramas que crujían, las hojas que temblaban, sus pasos leves, su corazón que latía agitado.
Carmina Burana tenía el pelo negro, los ojos curiosos y la voz asustada.
Por la mañana caminaba por la playa dorada. A la tarde prefería leer a la sombra de los árboles. Cuando leía soñaba. Cuando soñaba cantaba.
Un día se despertó cantando y el bosque hizo silencio, el mar se quedó calmo, los amigos sonrieron y la abrazaron con una ronda de estrellas. Desde ese día Carmina Burana tuvo las palabras para decir:
¡Hola!
Los quiero mucho.
Soy feliz.
A borbotones salían las palabras. Un mar de olas encrespadas…
Carmina Burana, la niña de pelo negro, los ojos curiosos y la voz asustada, se interna en el bosque y canta. Los amigos la siguen. Ahora todos escuchan sus palabras. El viento las despliega como un velo de bruma, como bruma de gasa.
Ella deshace su trenza negra y canta.
maríacabanne7@gmail.com
mar de las pampas 2010
Bicentenario Pop from La Cocolería on Vimeo.
Visto y leído en Vimeo y en el sitio de M. Dufour. El arte sumado al humor y la historia.
Quizás por eso es que, tras oír la expresión “calidad literaria” en diversas ponencias, se me vino a la cabeza un concepto (del pediatra Winnicott) del que me hablaban no hace mucho: el de la “madre suficientemente buena“.
La madre “suficientemente buena” (un poco como la “literatura suficientemente buena”) sería aquella que no aspira a la perfección, sino que es consciente de sus límites y acepta sus equivocaciones, y gracias a ello, es capaz de proporcionar al niño un entorno adecuado para su óptimo desarrollo.
Así que quizá la LIJ que aporta al niño lo que necesita (concentración en la lectura, evasión, conocimiento de otras realidades, entretenimiento, compromiso, impulso transformador, diversión…) no es necesariamente una literatura de magnífica calidad literaria, sino una literatura “suficientemente buena”.
Sobre todo, teniendo en cuenta (y esto merecería un estudio más en profundidad) que los libros que interesan a los niños y a los jóvenes, los que más ayudan a construir su personalidad o su futuro como lectores, a menudo no son necesariamente los calificados como más literarios o los reconocidos por la crítica como “mejores” artísticamente hablando.
Leído en: Editar en voz alta
LA NACION
Tradicionalmente, el lenguaje se consideró un mecanismo puramente abstracto, casi matemático, desprovisto de corporalidad. Pero nuevas evidencias indican algo diferente: la palabra parece estar íntimamente entretejida con los circuitos neuronales, con la acción y la experiencia.
Experimentos neurofisiológicos mostraron que el sistema motor del cerebro participa en el procesamiento del lenguaje. "Por ejemplo, cuando entendemos una palabra como «saltar», el proceso cerebral que se utiliza es semejante al que se activa cuando en realidad saltamos -explica el doctor Agustín Ibáñez, investigador del Conicet, del Instituto de Neurociencias Cognitivas (Ineco) y de la Fundación Favaloro-. Y cuando observamos a una persona haciendo gestos, los procesamos como palabras."
Esta idea de que el conocimiento conceptual podría estar cartografiado en sistemas sensoriomotrices del cerebro ya era conocida. Pero ahora Ibáñez y Pía Aravena, investigadora de Ineco y del Laboratoire sur le Langage, le Cerveau et la Cognition de la Universidad de Lyon, Francia, apoyados por un equipo formado por Esteban Hurtado, Rodrigo Riveros, Juan Felipe Cardona y Facundo Manes, acaban de avanzar un paso más. En un trabajo que se publica en la última edición de la revista científica PLoS ONE, por primera vez demuestran que existe una interacción bidireccional entre procesos semánticos y motores en el cerebro. Es decir que la comprensión de oraciones de acción activan áreas motoras del cerebro y que hay un acoplamiento entre sistemas cerebrales motores y lingüísticos.
Cuestión de compatibilidad"El estudio tuvo el objetivo de analizar la interacción que se establece entre la comprensión de oraciones de acción y los procesos de áreas motoras del cerebro -detalla Ibáñez-. Para esto, empleamos la técnica de los «potenciales evocados», un método que permite una medición muy precisa [en milisegundos] de la activación de la corteza cerebral."
Mientras se registraba su actividad cerebral, se les pedía a los participantes en el experimento que escucharan listas de oraciones que describían una acción realizada con la mano abierta ("El espectáculo era digno de alabanza, Rocío aplaudió"), con la mano cerrada ("Tenía que clavar el clavo muy derecho, José lo martilló") o bien acciones que no se realizaban con las manos ("Hace tiempo que quería ver a su abuela, Amaro la visitó").
A su vez, cada sujeto debía presionar un botón -con la mano abierta o cerrada, según el grupo- para indicar el momento exacto en que comprendían la oración.
Como se esperaba, los resultados revelaron que se establecía una compatibilidad entre la oración y la acción: "Los individuos respondían más rápido cuando la forma de la mano con que debían responder coincidía con la forma de la mano implicada en la oración -afirma el científico-. Del mismo modo, las respuestas fueron significativamente más lentas cuando la acción y la oración no coincidían".
Los registros cerebrales respaldan esa idea, pero además permitieron establecer que la interacción se da en ambas direcciones: por un lado, el proceso semántico tiene impacto sobre la acción motora; por el otro, el proceso motor [del cerebro] afecta la comprensión del lenguaje [en el experimento, la interfería o la facilitaba de acuerdo con la compatibiliad, o no, entre la acción y la oración].
"Es más -agrega Ibáñez-, nosotros mostramos que esto es independiente de la atención del sujeto, que hay una suerte de automatismo." Según el investigador, otro experimento (aún sin publicar) mostró que así como el lenguaje activa circuitos motores del cerebro, las fallas en procesos motores en pacientes con mal de Parkinson se tradujo en dificultad para comprender ciertos verbos.
"Al parecer -dice-, enfermedades que tienen déficits específicos en el sistema motor también presentan déficits puntuales en el lenguaje."
Y concluye: "Con estos experimentos mostramos que existe una interacción automática entre procesos cerebrales asociados con el lenguaje y la acción".