Quizás por eso es que, tras oír la expresión “calidad literaria” en diversas ponencias, se me vino a la cabeza un concepto (del pediatra Winnicott) del que me hablaban no hace mucho: el de la “madre suficientemente buena“.
La madre “suficientemente buena” (un poco como la “literatura suficientemente buena”) sería aquella que no aspira a la perfección, sino que es consciente de sus límites y acepta sus equivocaciones, y gracias a ello, es capaz de proporcionar al niño un entorno adecuado para su óptimo desarrollo.
Así que quizá la LIJ que aporta al niño lo que necesita (concentración en la lectura, evasión, conocimiento de otras realidades, entretenimiento, compromiso, impulso transformador, diversión…) no es necesariamente una literatura de magnífica calidad literaria, sino una literatura “suficientemente buena”.
Sobre todo, teniendo en cuenta (y esto merecería un estudio más en profundidad) que los libros que interesan a los niños y a los jóvenes, los que más ayudan a construir su personalidad o su futuro como lectores, a menudo no son necesariamente los calificados como más literarios o los reconocidos por la crítica como “mejores” artísticamente hablando.
Leído en: Editar en voz alta
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